Hoy en mi habitual recorrido por el Metro de Madrid, caras que suenan, alguna alegres otras tristes incluso otras dormidas, jajaja, entre toda esa multitud presente en la hora punta he visto a una madre con su hijo y os cuento por qué me ha llamado la atención.
Cuando se han metido en el vagón la madre se ha sentado y ha sentado en sus rodillas a su hijo, el cual estaba un poco revoltoso. Mi vista se ha ido enseguida a mirar una cosa que llevaba el niño en la mano, era un cuento. El niño estaba revoltoso porque quería que su madre le leyese el cuento, pero una vez sentados la madre ha comenzado con la lectura, yo he puesto un poco la oreja para también enterarme del cuento, pero lo que más me ha llamado la atención ha sido lo que se ha calmado el niño y el poder que ha hecho la lectura de su madre, los dibujos, las peripecias de Caillou, para que se tranquilizara. Al cabo de unas varias estaciones he levantado la vista y he percibido que a 3 o 4 personas más les estaba sucediendo lo mismo que a mí y todos prestábamos atención con cierta admiración.
Al llegar a mi parada me he bajado pensando lo importante que es la literatura desde temprana edad, y que se puede practicar en distintos sitios y a diferentes edades haciendo siempre presente en los lectores una magia literaria.
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